La sonrisa que resistió a la represión: Pablo Grillo dejó terapia intensiva tras 83 días
Viernes 13 de Junio de 2025

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La sonrisa que resistió a la represión: Pablo Grillo dejó terapia intensiva tras 83 días

Contra todo pronóstico, Pablo sobrevivió. Y hoy comienza un nuevo capítulo en su vida: el de la rehabilitación y la reconstrucción.

4 de Junio de 2025

Después de 83 días de una pelea desigual entre la vida y la muerte, Pablo Grillo dejó la sala de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía. Fue víctima de un ataque criminal durante la feroz represión del 12 de marzo a jubilados y manifestantes frente al Congreso. El disparo de una granada de gas lacrimógeno, ejecutado por el gendarme Héctor Jesús Guerrero, le destrozó parte del cráneo. Contra todo pronóstico, Pablo sobrevivió. Y hoy comienza un nuevo capítulo en su vida: el de la rehabilitación y la reconstrucción.

 

Durante estos casi tres meses pasó por cinco cirugías, incontables muestras de afecto y una profunda toma de conciencia sobre lo que vivió. El parte médico fue contundente: “herida contuso compleja en rostro” y “fractura expuesta de cráneo”, con riesgo real y concreto de vida. Sin embargo, Pablo se aferró a su pasión, la fotografía, y la cámara —destruida por el mismo proyectil que casi lo mata— ya tiene reemplazo. El día antes de recibir el alta, amigos y colegas le obsequiaron una nueva, con la que volvió a sonreír.

 

"Salió en camilla y lo aplaudimos. Nunca lo vi tan feliz", relató emocionado su colega y amigo Kaloian Santos. El fotógrafo fue informado de la externación minutos antes de abandonar el hospital. La familia ya lo sabía, pero eligió darle la sorpresa. "Le dijimos ‘metele pata que en cualquier momento salís’, y ese momento llegó", recordó su padre, Fabián Grillo.

 

Ahora Pablo seguirá su recuperación en el Hospital Rocca, donde iniciará un largo proceso de rehabilitación física y emocional. Aún resta una operación más: una prótesis craneal para reemplazar la parte destruida por el disparo.

 

"Uy, cómo me dieron"

 

Con el paso de los días y la mejora en su estado, Pablo comenzó a reconstruir lo sucedido. “Todavía no tiene real dimensión de todo”, dijo su padre. Pero sí vio el video de aquel disparo y lloró: “Uy, cómo me dieron”, alcanzó a decir. Frente a la sede de las Madres de Plaza de Mayo, mientras intentaba captar una imagen desde el suelo, Guerrero gatilló con trayectoria letal. Lo hizo con conocimiento de causa: los protocolos prohíben disparar esos proyectiles a corta distancia y en dirección al cuerpo. Aún así, lo hizo. Y fue festejado por sus colegas.

 

El silencio del poder

 

Pese a las pruebas, el gendarme Guerrero aún no fue citado a declarar. La causa avanza lentamente mientras desde el Gobierno no hubo ni siquiera un gesto. “No nos llamaron, ni intentaron justificarse”, denunció Fabián Grillo. “No puedo esperar nada de un presidente y una ministra cuyo símbolo es una motosierra”, apuntó.

 

El subdirector del Ramos Mejía, Juan Pablo Rossini, fue claro: “Estuvo en estado crítico, ventilado, con múltiples cirugías. Verlo así hoy, lúcido y contento, nos emociona”.

 

"Paren esta locura"

 

Fabián no se calla: “Esta gente quiere destruir todo. Pero ningún hospital privado podría haber hecho lo que hizo el Ramos Mejía”. Y hace un llamado urgente: “Paren esta locura de pegar. Que quienes reprimen no se dejen usar por esta violencia organizada desde el poder. Que tengan un poco de humanidad”.

 

Mientras tanto, este miércoles se espera una nueva movilización multisectorial. Desde el Gobierno ya anunciaron que aplicarán el protocolo represivo. La historia de Pablo Grillo es testimonio vivo de sus consecuencias. Una historia que interpela, duele y, a la vez, resiste con una cámara en la mano y una sonrisa que no pudieron destruir.

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